martes, 11 de mayo de 2010

Un quilombo antes era otra cosa

Tango La historia negra del tango en el Museo Carlos Gardel



Felicitas Casillo

Aunque siga siendo una verdad que se mira de costado, el tango funda su origen en lo afro. Y esto puede verse en la muestra “La historia negra del tango” donde exponen una amplia variedad de documentos que dan cuenta de que el tango se gestó en un contexto social con una importante presencia negra. La exposición es en el Museo Casa Carlos Gardel (Jean Jaurés 735) y continúa hasta el 21 de mayo. Lo que sigue, es una síntesis de la historia que por tanto tiempo se negó.

Esta muestra, a cargo del curador Norberto Pablo Cirio, rescata la relación que tuvo la población negra con el ritmo arrabalero. A través de una selección de instrumentos, artículos, fotos, partituras y demás objetos significativos el visitante puede apreciar la síntesis que existió entre la cultura local y la afroamericana, especialmente, hacia finales del siglo XIX y principios del XX.

La música esclava

Los historiadores consideran que durante la colonia, los negros representaban un 30 % de la población. La mayoría de ellos trabajaba para las grandes casas de la aristocracia porteña y vivía en los barrios sureños de Monserrat, San Telmo y San Cristóbal. Con el tiempo, este grupo étnico se dispersó instalándose en diferentes puntos de la ciudad y de la provincia. Sin embargo, la última vez que se censó a la población africana en la Argentina fue en 1887, por lo tanto, hoy en día cualquier porcentaje al respecto es incierto. Algunos aventuran que significaría un 3 % de los habitantes del país, pero se espera que el censo 2010 sea el que arroje cifras exactas sobre el tema.

Desde la época colonial, entonces, los negros hicieron música. La mayoría de las veces, esos ritmos eran europeos y los aprendían durante las lecciones que se dictaban a los niños aristócratas. Las casonas del siglo XIX eran amplias pero conectadas, por lo tanto, los acordes que resonaba en los salones llegaban hasta los patios y la cocina, donde los negros fregaban y cocinaban. Después, en los recreos o festejos, reproducían esas melodías, agregándole el tambor y el tono del candombe. Es la forma sonora de entender la vida lo que llevaba a esos pobladores a cantar sus tristezas y alegrías. Extrañamente, ese rasgo expresivo también estuvo en los orígenes del tango.

El empuje del carnaval

El curador Norberto Pablo Cirio, quien trabaja en el Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, sostiene a través de los textos que se exhiben en la muestra, que fue hacia 1870 cuando los afroporteños comenzaron a participar en los carnavales. Existían en ese momento dos tipos de comparsas: las que tenían influencias europeas y las de influencia africana. Ya en ese entonces, la cultura europeizante, que terminaría de afianzarse al principio del siglo XX, comenzaba a marcar tendencias. La mayoría se volcaba a los carnavales de tipo europeo, de coloridos arlequines, con máscaras, antifaces y calzas. Se considera que fueron estas comparsas el origen incierto del tango, un nacimiento paulatino y trabajoso, quizás porque aunó poblaciones de diferente procedencia y culturas casi antagónicas. Esta realidad, puede observarse en las excelentes pinturas de arlequines músicos que pintó el artista argentino Emilio Pettoruti (1892-1971).

A pesar de que los géneros musicales hoy en día están diferenciados y se distinguen claramente, en ese entonces y en el contexto invertido del carnaval no era tan así. Los ritmos se fusionaban; instrumentos africanos interpretaban música tradicional europea; voces con acentos extraños cantaban el español, despertándole sonidos a madera, a agua y a selva. Lo mismo ocurrió con la mazurca, el vals y la polca, géneros estos de la música criolla, que al mezclarse generaron una mixtura novedosa y “sui generis”.

Piringundines y quilombos

Los estudiosos del tango fijan el inicio del memorable periodo conocido como “Guardia Vieja” hacia 1897, con la creación del tango “El entrerriano”, compuesto por Rosendo Mendizábal, un afroporteño. A partir de entonces, esta música urbana, llorosa pero fiestera al mismo tiempo, sonó sin descanso en “las casas de baile”, eufemismo decente con el que se denominaba a los piringundines o prostíbulos. Además del baile y de la melodía, eran estos, ámbitos para cultivar amistades emparentadas con el prestigio del compadrito, hecho a base de reyerta y reto. No por nada, a estos locales pronto se los denominó “quilombos”, nombre con el que se denominaba a los prostíbulos por las ruidosas peleas que allí ocurrían.

Entre los más conocidos intérpretes y compositores locales de origen africano se destacaron Alejandro Vilela, “el negro cototo” Almeida, Eusebio Aspiazu, “El mulato” Sinforoso, Dafne Zenon Rolón y Ruperto Leopoldo “el africano” Thompson, entre muchos otros. Dos nombres merecen especial mención: Guillermo Barbieri y José “el negro” Ricardo, quienes además de compositores, fueron guitarristas de Carlos Gardel, incluso Barbieri murió con “el zorzal porteño” en el desafortunado accidente aéreo de Medellín.

Olvido, memoria ingrata

Importantes personalidades tangueras, ya en el siglo XX, han recordado y tratado el tema de las raíces africanas. Sebastián Piana, Cátulo Castillo, Francisco Canaro, Hugo del Carril, Osvaldo Sosa Cordero, León Benarós y Homero Manzi. Sin embargo, la muestra que se exhibe en el Museo Casa Carlos Gardel documenta que existe en la Argentina cierto prejuicio social para contar la historia de la comunidad africana rioplatense. Quizás por ser un ámbito doliente, de personajes relegados, la mayoría de las veces infelices o despechados, el tango sea una de las pocas actividades que perpetuó los aportes de este grupo étnico.

Además de la muestra que permanecerá hasta el 21 de mayo, se realizarán durante este mes otras actividades paralelas. El viernes 7 de mayo a las 19 hs. habrá un recital de tangos con Rita Montero y Néstor Bellini. Lo seguirá la presentación del libro Latitudes africanas del tango, de Néstor Ortiz Oderigo (UNTREF, 2009) a cargo de Dina Picotti y Norberto Pablo Cirio, el viernes 14 de mayo, a las 19 hs. Además, ese día se realizará un homenaje a Carlos Posadas, Enrique Maciel, Gabino Ezeiza, Leopoldo Ruperto “el Africano” Thompson, Gregorio “Sotí” Rivero y Joaquín Mauricio Mora, a través de la entrega de un presente a sus descendientes. El Museo Carlos Gardel queda en Jean Jaurés 735, y la muestra podrá verse los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 hs. a 18 hs. y los sábados, domingos y feriados de 10 hs. a 19.hs. La entrada sale $1 y los miércoles son gratis. Más información: 4964-2015/2071


felicitascasillo@hotmail.com
Fuente: Revista Quilombo

No hay comentarios:

Seguidores