martes, 10 de julio de 2012

El aro es su Olimpo


Kobe Bryant viaja a Londres para sumar la segunda medalla de oro a su fantástica carrera




LUIS CABRERA
Empuje no es una palabra lo suficientemente fuerte. "Fuego interior" quizás describe mejor esa esencia que separa a los múltiples talentos del deporte de aquellos que hacen de su carrera una leyenda.
El talento natural de Michael Jordan es innegable, pero cuando entró a la liga, en 1999, Vince Carter desafiaba su recuerdo. Trece años más tarde, la diferencia es clara. Jordan fue único y a jugadores como Carter, supuestos "herederos" de His Airness, cada uno con una considerable cantidad de habilidad innata, se los cuenta por los cientos. A todos, menos a Kobe Bean Bryant.
Tener como primer nombre un corte de carne y como segundo "Chaucha" fue el castigo que Kobe recibió por ser hijo de Joe "Jellybean" Bryant, un fanático de la comida y exbasquetbolista que llevó a su familia a Italia cuando su hijo tenía seis años.
Fanático del trabajo de su padre desde pequeño, Kobe creció como hincha de Los Angeles Lakers, pese a haber nacido en el Este (Philadelphia). Su ídolo, mientras tanto, jugaba en Chicago Bulls.
Emular a Jordan no era algo muy original a finales de los noventa, donde la NBA se lanzó en una cruzada para encontrar a su sucesor, pero Bryant poseía, dentro suyo, aquello que el resto no tenía.
Ingresó a la liga en 1996, cuando los Lakers parecían ser los únicos en saber que el jugador que había brillado en el liceo Lower Merion era más que un joven con potencial.
Bryant comenzó a ganar minutos detrás de un atractivo pero defectuoso equipo angelino y explotaría con el arribo del entrenador Phil Jackson.
"A la hora de comparar a `MJ` y Kobe, soy un buen juez", declaró Jackson, quien dirigió a ambos. "Son grandes competidores y las similitudes en sus juegos son impresionantes", agregó sin "jugarse".
Con Jackson y Shaquille O`Neal, Bryant ganó tres títulos y, luego de la partida del pivot (con quien le costaba compartir la atención), logró dos nuevos anillos de la NBA. Hoy, sin el DT pero con un gran equipo, busca el sexto, lo que le haría igualar la cantidad de títulos de Jordan. "No es un objetivo, la idea es ganar la mayor cantidad posible, no igualar a nadie", declaró. Pocos creen que sea cierto.
Más sincera resulta su opinión de que cualquier comparación entre él y su ídolo es inútil: "Me honran, pero no son justas. Yo construí mi juego a partir de él". El tiro en retroceso, el juego de espaldas al aro y hasta ciertas posturas resultan idénticas, pero el valor más importante es ese espíritu competitivo que lo lleva a continuar mejorando.
"Su deseo de ganar, su dedicación a mejorar siempre, lo hacen un tipo duro, muy duro", opinó el gran Larry Bird.
A nivel individual, Bryant suma dos trofeos de Mejor Jugador de las finales e, increíblemente, sólo un MVP de la temporada regular. Con 33 años, Kobe continúa tan hambriento como siempre.
La oportunidad de sumar otra medalla de oro a su palmarés -que incluye la de Beijing 2008- es solamente una de las razones que llevarán a Bryant a los Juegos Olímpicos. Como líder de la selección estadounidense, Bryant buscará demostrarle a sus estelares compañeros, en cada práctica y en cada partido, quién reina todavía en la NBA.
El presente es donde Kobe compite, pero sus rivales no están todos activos: el desafío es poner su nombre junto al más grande de la historia.
Elogio. "Su deseo de ganar, su dedicación a mejorar siempre, lo hacen un tipo duro".
5 anillos
Bryant ha ganado cinco títulos de la NBA: 2000. 2001, 2002, 2009 y 2010. Su obsesión es igualar a Jordan (6).
16 temporadas
Entró a la NBA en 1996, directo desde el liceo. Fue elegido por Charlotte Hornets y cambiado, por Divac, a LA.
23 partidos
El escolta no conoce la derrota con la selección. Sólo cayó en un amistoso contra sus propios compañeros.
Inolvidables 81
La noche más recordada de Kobe Bryant es la del 22 de enero de 2006, cuando encestó 81 puntos ante Toronto Raptors.
La gran mancha
En 2003 una mucama lo acusó de violación. Él admitió haber tenido relaciones consensuales y arregló fuera de la corte.
Ovación

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