martes, 8 de junio de 2010

Aquellos polizontes cinco años después


De lagos a punta del este

El 21 de mayo de 2005 eran rescatados de aguas uruguayas cuatro jóvenes nigerianos. Hoy tres de ellos siguen en Punta del Este donde hallaron su lugar en el mundo. Recibieron ayuda pero también sufrieron discriminación. El presente y los sueños de Samson Odedina, Monday Azeez y Wale Dale en un país al que no pensaban arribar.


Samson trabaja en una inmobiliaria; Wale y Monday en la construcción. Los tres realizaron varios oficios y hoy pueden ayudar a sus familias en el país africano.

LEONEL GARCÍA

Yo soy un uruguayo-nigeriano, ¡sabelo!", se ríe con ganas Samson Odedina (24), dando muestras de su conocimiento del lunfardo moderno. Camisa, chaleco, pantalón de vestir y mocasines negros dan cuenta de su actividad inminente. Es sábado en la mañana, pero en breve tendrá que cantar presente en la inmobiliaria Nana Lavagna, donde desde hace unos meses está empleado como asesor de ventas. Antes le recalcará pautas de comportamiento a sus dos compañeros de vivienda: "¡No griten que la gente duerme!"

Sus compañeros de vivienda son los mismos compadres de vida que ha tenido durante los últimos cinco años: sus compatriotas Wale Dale (28) y Monday Azeez (26), libres ese día de sus trabajos en la construcción. Los tres habitan una apartamento dúplex, de dos pisos y un dormitorio, ligeramente desordenado, en el anillo 1 del Edificio Arcobaleno, a la altura de la Parada 18 de la Mansa, en Punta del Este. El presente los encuentra hoy en una momento de calma y estabilidad, con agradecimientos por decenas y el convencimiento de que un país al que no pensaban llegar al comenzar su odisea es su lugar en el mundo. Como ejemplo, luego de un largo periplo como perfectos buscavidas, el alquiler de esta casa sale de sus propios bolsillos.

Y nada de esto podían imaginarlo cinco años y dos días atrás.

al mar. Lagos, abril de 2005. Es la ciudad más grande de Nigeria, el país más poblado de África. Un Estado donde 70% de sus 150 millones de habitantes vive bajo la línea de pobreza, la esperanza de vida es de 47 años, la corrupción campea, y la violencia étnica y religiosa es directamente proporcional a su riqueza en petróleo. De ahí quisieron escapar Samson, Monday, Wale y Steven Jeffrey, este último entonces de 26 años.

Ninguno de ellos, en cambio, relata haber sufrido penurias extremas en su país. "Es difícil vivir allá. Yo gracias a Dios trabajaba con mi padre en una barraca y en la pesca... pero no era fácil", recuerda Wale. "África es un lugar donde los gurises (sic) tienen que buscarse un futuro, y Nigeria no lo da, aunque tengas, como yo, estudios secundarios", agrega Monday. Samson quería ser médico, pero su familia no podía pagarle los estudios. Su trabajo en una compañía de telecomunicaciones, donde vendía tarjetas a comisión, no le reportaba más de US$ 800 al año. "Sin un título universitario allá no sos nadie". La solución era irse al Primer Mundo, algo imposible para sus poderes adquisitivos.

Un embaucador les cobró cien dólares a cada uno para poder meterlos como polizontes en un barco turco, el "Halil 1". Supuestamente salían el 22 de abril rumbo a Grecia. Falso. El buque no sólo permaneció nueve días en el puerto (con ellos y sus escasos víveres escondidos cerca de la hélice) sino que su destino era el Atlántico Sur. Ya en alta mar fueron descubiertos, maltratados, amenazados, y finalmente librados a su suerte en una pequeña balsa el viernes 20 de mayo de 2005, de madrugada. "La costa argentina está a la izquierda", les aseguraron. En realidad, estaban -según consignó El País en su edición del 23 de junio de ese año- a 140 kilómetros de La Paloma, Rocha.

Sin ver nada parecido a tierra firma permanecieron en la balsa 38 horas. Un barco maltés, el "Orla", los avistó y pudo rescatar a uno de ellos, a Monday. Pero los vientos de 38 nudos y las olas de hasta ocho metros de altura impidieron más salvatajes. Los otros tres fueron salvados por el helicóptero Dauphine -también utilizado como helicóptero presidencial- de la Fuerza Aérea Uruguaya, en un operativo por demás riesgoso. "Lo que más nos sorprendió es que pensamos que nos iban a tirar una cuerda pero los rescatistas bajaron a buscarnos", relató Samson por aquellos días. El 21 de mayo tocaron suelo uruguayo. Lo primero que conocieron en el país fue el Sanatorio Mautone, de Maldonado. Los "polizontes náufragos de Nigeria" fueron "la" noticia por varias jornadas sucesivas.

adaptarse. El trío menciona unánimemente a Alcira Cigliutti, "Mamá Chichita", (ver nota aparte) como una ayuda invalorable para poder superar el trauma inicial. El listado de gente que, aseguran, se acercó para ofrecerles trabajo o alojamiento en los primeros tiempos es sumamente extenso. Trabajaron en obras, aserraderos, pubs, hostels y hoteles. Fueron pintores, barmans, obreros y estuvieron desempleados. Conocieron varios puntos del país. Aceptaron el asado pero jamás el mate ("¡Llevarlo a la playa, caliente, es algo bárbaro", Wale dixit); añoran un rico eba, un guiso hecho con fariña de mandioca, delicia de la comida yoruba.

Aun integrados a su nuevo mundo, extrañan, y mucho, a su país, a sus padres y a sus hermanos, de quienes solo han sabido a través de emocionantes contactos mediante teléfono o chat en estos años. En el cuarto que Samson comparte con Monday en el piso superior del dúplex -Wale duerme abajo, en un sofá cama-, hay una foto de su madre Kemi, una mujer de aspecto todavía joven, ataviada con el típico gele, un gran sombrero amarillo.

No ha sido un lustro fácil, y no sólo por los problemas iniciales para conseguir documentación (Wale y Monday tienen hoy cédulas provisorias; Samson, residencia legal y tramita la ciudadanía). ¿Uruguay, un país sin racismo? "Al principio sufrieron mucho por la discriminación... sobre todo en el tema novias", admite Alcira. Lo peor no fue un padre espantado ante la idea de tener un yerno negro y africano. "Al principio, nosotros caminábamos por la vereda y la gente cruzaba la calle", recuerda Samson. No estuvieron a salvo de rencillas y Monday fue quien la pasó peor: en abril de 2007 recibió un palazo en la cabeza en lo que fue definido como un ataque xenófobo.

Ellos hoy prefieren olvidar, o minimizar, esos episodios. Todo ello ayudó a definir sus personalidades y a forjar la convivencia: entre discusiones y formas de ser distintas, más que amigos son -necesariamente- una suerte de familia.

"A mí me encanta la gente de acá, es un país de paz. Eso sí, ¡un poco caro! Hay alguno que es racista, sí... pero yo no le presto atención. Yo construyo mi mundo", dice Wale. Canchero, de sonrisa fácil y un cierto parecido al actor Danny Glover, dicen quienes lo conocen que es muy enamoradizo y que ha madurado mucho en estos años. Es oficial de obra en una construcción cercana y estudia para ser técnico en aire acondicionado en la Escuela Mapa. Tiene un enorme crucifijo colgando del cuello ("A las chicas les gusta, ja ja ja") y una novia de 18 años en Minas, "pero mis suegros no me quieren mucho". ¿Nivel de castellano? Entendible.

Samson es el más joven pero también, por lejos, el mejor integrado. Le gusta Maná, No Te Va Gustar, el Cuarteto de Nos y el reggaeton para bailar. Su español es casi perfecto y sus ideas muy claras. Estudió diseño gráfico en la ORT pero no pudo terminar (a veces hubo trabajo -y plata- y a veces no), y ahora cursa gestión inmobiliaria en Bios. Hace un año y medio que está de novio con una chica de 20 años que estudia Arquitectura en Montevideo.

Las dudas del inicio las cambió por un futuro que vislumbra con claridad. "Cuando llegamos tuvimos muchas preguntas, ¿por qué Uruguay? Son tres millones y poco de personas, ¿habrá alguna posibilidad? Y yo me dije que debía haber una razón por la que nos pasó lo que nos pasó. Hoy este es mi lugar en el mundo. Yo quiero ser una persona exitosa acá. El secreto aquí es estar tranquilo, mantener la calma, la cabeza y los objetivos claros. Y con los años se puede llegar". Prefiere no hablar de malos momentos pasados. "Este es un país de maravilla con gente excelente. Donde me he presentado, siempre me han dado oportunidades". Cuenta que él y el resto de sus compañeros mandan mensualmente unos 200 dólares a sus familias en Nigeria, a quienes desearían volver a ver algún día. El cuarto polizonte, Steven Jeffrey, que arrancó para el lado de la música, se fue del país en 2009. Conoció una uruguaya residente en Argentina, se casó y cruzó el Río de la Plata.

Vestido de gorro y con equipo deportivo, Monday tiene el look de un rapper norteamericano. Todavía mezcla el español con el inglés; I don`t know (no lo sé) es un latiguillo habitual. "Trabajo en una obra en la Parada 1 de la Brava y también practico fútbol en el club Punta del Este". Es el más cerrado del trío. Él se define como "calentilla", uno de los pocos términos criollos que maneja. Parece ser el más emotivo del trío y suele trabarse en sus relatos. Da la sensación de que la procesión aún le marcha por dentro.

"Este es otro mundo, es muy diferente... I don`t know... que Nigeria... pero me gusta mucho. La tranquilidad, la forma de vivir la gente, todo eso. Vas por la calle y es todo... `Hey, Monday, what`s up!` o `¡Eh, africano!` Todo bien. No nos sobra la plata pero no estamos mal. En todos los lugares me han tratado bien, no me han corrido como un perro", señala con el rostro serio y diciendo bastante con sus silencios.

Sobre aquel ataque xenófobo no se explaya demasiado y prefiere destacar las buenas experiencias, aquellas que lo unen a este país. "Lo que yo hago es pelear por mis derechos... pero mis deseos, yo quiero ser un uruguayo más... quiero vivir de... jugar fútbol o hacer algo más, I don`t know, I don`t know".

El dúplex, donde viven desde 2008, es chico. En el piso inferior, una kitchenette, hay dos televisores, un microondas y un equipo de audio. Un encargado del edificio, que no quiere dar su nombre, los define: "Son tipos macanudos, ¡son un show! Eso sí, son medio escandalosos, ponen música a todo volumen y hablan a los gritos, ¡debe ser una costumbre de allá! A veces se han peleado entre ellos, pero no se meten con nadie, son buena gente, ¡y no quieren saber nada con irse de acá!"

"¿Cómo la gente hace lo que hicimos?"
Monday Azeez fue el primero de los cuatro nigerianos rescatados del mar aquel 21 de mayo de 2005. No encuentra en español las palabras adecuadas para definir las sensaciones previas, esas que describan los casi dos días en una balsa, sin ver más que olas gigantescas alrededor. "Ves la muerte cerca de ti... it`s close to you, but it`s up to you if you really want it. If you want to survive, you survive" (está cerca tuyo, pero depende de vos salir adelante; si querés sobrevivir, sobrevivís).

Si a Samson Odedina, que entonces tenía 19 años, le preguntan por aquel 21 de mayo, la respuesta es una sola palabra: "Renacimiento".

A cinco años de su "renacimiento", Samson dice que piensa escribir un libro sobre la odisea que les tocó vivir. "No tiene un título fijo, aunque he pensado algunos tentativos. Puede ser `Los náufragos` o `Una tormenta en alta mar`. Lo cierto es que tenía varias cosas manuscritas, pero entre mudanzas y mudanzas las fui perdiendo. Ahora conseguí una computadora, tengo que empezar de nuevo".

Alcira Cigliutti, la madre postiza que tanto les ayudó luego que los nigerianos abandonaran el Sanatorio Mautone primero, y la Prefectura después, recuerda que ellos padecieron muchas pesadillas en aquel tiempo. Hoy, en cambio, Samson dice que cualquier tipo de secuelas o estrés postraumático ya quedaron en el recuerdo, "pero los primeros meses sí fueron bravos".

Wale Dale tiene aspiraciones artísticas. Le gustaría ser actor o músico, y de esa manera "contar lo que ocurre en África, para que la gente lo sepa". Por un momento, su personalidad canchera se torna más reflexiva. En concreto, se pregunta: "¿Cómo puede llegar la gente a hacer cosas como las que hicimos, tirarnos al mar para buscar nuevos horizontes? No hay que olvidar que muchos se han muerto en esas travesías". Travesías como las de ellos, que en un mes recorrieron más de 7.500 kilómetros para terminar en un país al que solo conocían por el fútbol, y que casi desde el inicio quisieron que fuera su hogar.

Los malos sueños, las pesadillas, no se han ido del todo. "Para dormir bien por las noches, mucho depende de lo que pienses en el día", sostiene Wale. Sin embargo, prefiere mirar para adelante: "La muerte es algo que nos va a tocar a todos".

Una torta de regalo para "Mamá Chichita"
El pasado domingo, Día de la Madre, Samson y su novia Camila pasaron por la casa de Alcira Cigliutti, en la calle Román Guerra de Maldonado, con una torta de obsequio. Para los nigerianos, esta mujer de 77 años, maestra jubilada, evangélica devota, madre de tres y abuela de cinco, será por siempre "Mamá Chichita". Ella no sólo les dio albergue durante un mes -tras una primera estadía en la Prefectura- a poco tiempo que llegaran a tierra, sino que los ayudó a tramitar sus primeros documentos uruguayos.

"Cuando me enteré de lo que les había pasado, me dirigí en seguida al sanatorio (Mautone). Fue un impulso de Dios. Les llevé galletas marinas. Me acuerdo que el primero que me habló fue Wale y me dijo que quería ir a una Iglesia a rezar y agradecer".

"Chichita" dice que estos cinco años no fueron fáciles para ellos, pero les vio "algo" que le hizo pensar que iban a salir adelante. Hoy, cuando el contacto con los ex náufragos sigue siendo cariñoso pero esporádico, siente un gran orgullo por sus "hijos postizos".

"Yo les digo que los amo. Que estoy orgullosa que se hayan podido integrar a la comunidad. Que son mis hijos postizos".

Ciudadano mundial
Agradable y locuaz, Samson Odedina se anima a definir a sus compañeros de vida. "Monday es una persona tranquila aunque con un carácter difícil, Wale es transparente, ¡pero con sus locuras! Bueno... yo también tengo mis momentos". A su vez, Nana Lavagna, la empresaria que emplea a Samson, le ve gran potencialidad, inteligencia, educación y excelente nivel humano: "Y ahora que consiguió novia, está más estable". El segundo apellido del joven es Oriyoni. En el idioma de su etnia, el yoruba, significa "El destino me salva".

En el perfil de la página Facebook de Samson se lee (textual, incluyendo sintaxis y ortografía originales): "Somos ciudadanos del mundo, sentirte libre y volar a cualquier parte que soñas, los sueños se hacen realidad pase lo que pase es cuestion de tiempo ya que el destino y el universo esta vinculado con el tiempo Ahora es mi tiempo y ya estoy volando".


Fuente: El País

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