Los fenómenos de discriminación racial, tan en boga en estos tiempos en el fútbol, tienen antecedentes en épocas muy remotas y en varios deportes
Estadounidenses celebran en homenaje a sus hermanos negros
Mandela unió a Sudáfrica a través del rugby
Henry, abanderado de la lucha contra el racismo
Lazio fue multados varias veces por el comportamiento de sus hinchas
Owens humilló al régimen nazi que no pudo demostrar la superioridad de la raza aria en la pista
"Si gano, soy estadounidense, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos afroamericanos y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos esta noche”. Tommie Smith ganó en los Juegos Olímpicos de México 1968 la medalla de oro de los 200 metros en atletismo. Se subió al podio con guantes negros y cuando se ejecutó el himno de su país bajó la cabeza y levantó su puño junto a su compatriota y medalla de bronce John Carlos. El Black Power estadounidense, que peleaba por los derechos de la raza oprimida en el país de la libertad, llegaba al deporte. El público los abucheó cuando dejaban la pista.
En los tiempos que corren es frecuente encontrar episodios de discriminación racial asociados al fútbol.
El caso de Luis Suárez –acusado por Patrice Evra– está instalado en Uruguay pero es uno más en Europa donde existe una política regional para erradicar y combatir el fenómeno.
Los fenómenos de discriminación racial se ven con frecuencia en el fútbol europeo por estos tiempos. El rebote de uno de estos casos llegó a Uruguay porque el acusado, por el francés Patrice Evra, es el delantero de Liverpool Luis Suárez.
Pero un breve repaso por la historia del deporte permite ver que los fenómenos de racismo o de discriminación racial siempre han existido, filtrándose en los estadios como el inevitable reflejo del sentir de algunos pueblos.
Ocurrió en Berlín 1936 cuando la Alemania nazi de Hitler pretendió demostrar la superioridad de la raza aria en los Juegos Olímpicos y si bien lideró el medallero general no pudo impedir que el velocista negro estadounidense Jesse Owens se consagrara como la gran estrella del evento.
En 1938, el boxeador peso pesado negro Joe Louis derrotó al alemán Max Schmeling en un duelo de alto voltaje propagandístico. Para Estados Unidos fue el triunfo de sus ideales, cuando los negros vivían segregados.
Otro boxeador, Jack Johnson fue condenado a prisión en 1912 por viajar en un ferrocarril con una mujer blanca.
El contexto social explica así cada forma de discriminación según la época.
El aberrante apartheid sudafricano impuso que el rugby era el deporte de los blancos hasta 1995.
En el fútbol, la ley Bosman de 1995 abrió el mercado europeo a más jugadores extranjeros.
Algunos episodios de discriminación racial son, desde entonces, auténticas demostraciones de xenofobia salpicadas por el rebrote fascista.
Una facción de la hinchada de Lazio portaba una bandera que decía, con una esvástica: Auschwitz es tu país; los crematorios, tu casa.
Estas manifestaciones llevaron a la UEFA y a la FIFA a promover campañas para erradicar el racismo.
Inglaterra fue de los primeros en adoptar reglas internas. En 1993 se lanza la campaña “Let’s kick racism out of football” (Pateemos el racismo fuera del fútbol).
Sin embargo, en la Premier League muchos franceses se quejaron de ser discriminados por su nacionalidad: Eric Cantona, Frank Leboeuf, Emmanuel Petit y Patrick Vieira.
En Francia, millones salieron a la calle a festejar el Mundial de 1998 logrado por un plantel en su gran mayoría conformado por hijos de inmigrantes.
La mayoría de la población gala, según una encuesta, era discriminadora.
España, a partir de la década pasada, fue un epicentro de la discriminación futbolera. Imitar el ruido de los monos cuando los jugadores de color tocaban la pelota o tirarles bananas se hicieron comunes.
Varios clubes desfilaron por la Federación a pagar multas en euros.
El caso de Suárez está en pleno proceso en Inglaterra. Justo un uruguayo. Los que en 1916 recibieron una protesta de Chile en la primera Copa América por alinear a “dos africanos”: Isabelino Gradín y Juan Delgado.
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