lunes, 10 de agosto de 2009

Algo de música: desde Cabo Verde, Cesária Évora



ARGENPRESS

Para nosotros, los lectores de Argenpress, en buena medida latinoamericanos, no nos es muy común el nombre de Cesária Évora. Pero vale la pena conocerlo. Y más aún, vale la pena conocer su música.

Esta mujer, nacida en la ciudad portuaria de Mindelo en la isla de São Vicente (Cabo Verde) en 1941, es habitualmente conocida como “la reina de la morna”, o también “la diva de los pies descalzos”. Esto último, debido a su costumbre de presentarse descalza sobre los escenarios, en solidaridad con los sin techo y las mujeres y niños pobres de su país y del África. Y lo de “morna”, (del inglés mourn: “lamentar”), en alusión al género musical que se ha especializado en difundir, un ritmo popular de su país vinculado al fado portugués, la modinha brasileña y el lamento angoleño, cantado habitualmente en el idioma criollo de Cabo Verde y acompañado por acordeón, violín, piano, guitarra, cavaquinho y clarinete.

Esta morna o “blues caboverdiano”, como se le ha dado en llamar, canta la larga y amarga historia de aislamiento del país y la trata de esclavos, así como de la emigración, teniendo en cuenta que el número de caboverdianos que vive en el exterior es mayor que la población total del país.

Después de muchos años de oscuridad, su gran oportunidad llegó después de los 40 años, cuando fue invitada a dar una serie de conciertos en Lisboa y conoció a José da Silva, un joven francés con raíces en Cabo Verde. Él se convirtió en su productor y la persuadió de ir a París para grabar su primer álbum de éxito, “La Diva Descalza”, que la hizo famosa de la noche a la mañana. De esa forma ganó un premio Grammy, y siendo luego honrada en Francia como Oficial de la Orden de las Artes y Letras.

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El mar es la morada de la nostalgia

Por la tarde, al ponerse el sol
Caminando por la playa de Nantasqued
Me recordó la playa de Furna
Abrumada por la nostalgia me puse a llorar.
El mar es la morada de la nostalgia
Nos separa de tierras distantes
Nos separa de nuestras madres, nuestros amigos
Sin certeza de volver a verlos jamás
Pensé en mi vida solitaria
Sin nadie en quien confiar a mi lado
Quedé mirando las olas muriendo suavemente
Me sobrecogió el sentimiento y la nostalgia.

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