jueves, 24 de mayo de 2012

Angela Davis: Mujer, afrodescendiente y revolucionaria


Angela Davis, hija de un mecánico de carros y una maestra de escuela, nació en Birmingham, Alabama, el 26 de enero de 1944. El lugar donde vivía la familia era llamado "Dynamite Hill" (Colina Dinamita) por el gran número de casas de afroamericanos asaltadas por el Ku Klux Klan. Su madre también fue activista a favor de los derechos civiles y había estado activa en el Naacp, antes de que dicha organización fuera proscrita en Birmingham.

Davis asistió a escuelas segregadas en Birmingham. Cuando tenía 14 años se benefició de un programa de una organización religiosa progresista que permitía a estudiantes afroamericanos del sur ir a estudiar a escuelas del norte. Angela Davis pudo de esta manera ir a Nueva York y asistir a una escuela progresista en Greenwich Village, donde varios de los profesores estaban en la lista negra durante la terrible "caza de brujas" hoover-macarthista. Este ambiente radical le permitió introducirse en el estudio del socialismo.

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En 1961 Davis se matriculó en la Universidad Brandeis en Boston, Massachusetts, para estudiar francés. En el verano de 1962 viajó por primera vez a Europa, para participar en el VIII Festival Mundial de la Juventud cebrado en Helsinki, Finlandia. Allí conoció a otros jóvenes con ideas revolucionarias parecidas a las suyas e intercambiar experiencias.

La carrera incluía un año en La Sorbona, en París. Poco después de volver a Estados Unidos se incorpora a la lucha por los derechos civiles que se estaba llevando a cabo en su ciudad natal cuando cuatro muchachas que conocía fueron asesinadas en la explosión de la Iglesia Baptista de Birmingham, en setiembre de 1963, un hecho que marcaría decisivamente su manera de pensar y su trayectoria posterior.

Después de graduarse en la Universidad Brandeis en 1965 con resultados sobresalientes, pasó dos años en Alemania, en la facultad de filosofía de la Universidad Frankfurt. Allí realizo numerosas actividades pese a que le resultaba complicado el idioma alemán, y asistió a las clases de Adorno y otros importantes pensadores socialistas de la llamada Escuela Crítica de Frankfurt. También entró en contacto con los movimientos juveniles, como la Liga de Estudiantes Socialistas (SDS).

Sin embargo los acontecimientos se estaban precipitando en Estados Unidos, con el movimiento de derechos civiles, el surgimiento del partido de las Panteras Negras, y las protestas contra la Guerra de Vietnam, así que regresó en 1967 a su país. Se instaló en San Diego, y siguió estudiando filosofía en la Universidad de California donde en ese momento estaba trabajando Herbert Marcuse. Davis recibió una gran influencia de Marcuse, especialmente su idea de que era un deber del individuo rebelarse en contra del sistema. Marcuse está considerado el "padre espiritual" del Mayo del 68 francés.

En 1967 Davis se unió al Comité Coordinador Estudiantil NoViolento (SNCC) y al Partido de los Panteras Negras, y en 1968 también se involucró con el Partido Comunista Estadunidense.

En 1969 realizó un viaje a Cuba, donde pudo comprobar hasta qué punto la propaganda imperialista había distorsionado los logros de la Revolución. En Cuba, donde el racismo había sido erradicado, se convenció de que la lucha contra el racismo y a favor del socialismo eran algo inseparable.

Angela Davis empezó a trabajar a finales de los 60 como profesora de filosofía en la Universidad de California. Cuando en 1969, el FBI (que aún estaba dirigido por el abiertamente fascista Edgar Hoover) informó a las autoridades de California (donde el gobernador era otro fascista, Ronald Reagan) de que ella era miembro del Partido Comunista Estadunidense, rescindieron su contrato. Esta suspensión levantó grandes protestas en la comunidad universitaria por lo que tenía de represiva, ilegal e injusta.

Davis participó en la campaña para mejorar las condiciones en las cárceles. Se interesó especialmente en el caso de George Jackson y W.L. Nolan, dos afroamericanos que establecieron una sucursal de las Panteras Negras mientras estaban en la prisión Soledad en California. El 13 de enero de 1970, W.L. Nolan y otros dos prisioneros negros fueron asesinados por uno de los carceleros. Unos días después el jurado del Condado de Monterrey determinó que el centinela había cometido un "homicidio justificable".

Poco después, un guardián fue encontrado asesinado, George Jackson y otros dos prisioneros, John Cluchette y Fleeta Drumgo, fueron acusados de su muerte. Se argumentó que buscaban vengarse de la muerte de su amigo W.L. Nolan.

El 7 de agosto de 1970, el hermano de George Jackson, Jonathan, de 17 años, irrumpió en la corte del Condado Marin acompañado de otros dos jóvenes armados con ametralladoras y tras tomar como rehenes al juez Harold Haley y a otras personas, demandó que George Jackson, John Cluchette y Fleeta Drumgo fueran liberados. El conflicto acabo de forma sangrienta con un tiroteo con la policía en el que acabaron muertos dos de los tres asaltantes entre ellos Jonathan, así como el juez Haley, además de resultar varias personas más heridas.

Aunque Angela Davis no estuvo en el lugar de los hechos, la policía dijo que las armas usadas por Jonathan durante el asalto estaban registradas a su nombre, por lo que ordenaron su inmediata detención.

Fue entonces cuando Davis huyó ante una posible persecución y así se convirtió no sólo en una fugitiva, sino también en la tercera mujer en engrosar la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. “Ángela, hermana, eres bienvenida en esta casa”, podía leerse en multitud de ventanas y puertas por todo Estados Unidos,

Cuando fue capturada, dos meses después en un hotel de Nueva York, hasta el presidente Nixon compareció en televisión para felicitar al FBI y, de paso, condenar a la joven del pelo afro sin juicio. La metieron en la cárcel, primero en Nueva York y más tarde la trasladaron a California donde debía resolverse su caso. Durante el tiempo que permaneció en prisión ella no dejo su activismo político y de luchar por mejorar las condiciones de los presos. En 1971, estando en la cárcel, se publicó su libro "If They Come in the Morning".

Davis pasó 16 meses en una diminuta celda antes de que un jurado compuesto por blancos la exonerara de todos los cargos. Casi un año y medio infernal, suficiente para que se forjara la leyenda gracias a una de las campañas de liberación más mediáticas. Al grito de “¡Libertad para Angela Davis!”, las manifestaciones se sucedieron por todo el planeta dando fuerzas a su heroína, que aprovechó para fundar la Alianza Nacional Contra el Racismo y la Opresión Política. En su autobiografía, publicada en 1974, aseguraba que nunca se dejó llevar por el odio ni por el sentimentalismo.

Aunque Reagan pretendía que nunca volviera a dar clases, la movilización y la presión popular forzaron el cambio de actitud y le permitieron retornar a la Universidad de California y seguir dando clases con normalidad.

Davis también trabajó como conferencista de estudios afroamericanos en el Claremont College de 1975 a 1977.

En 1979 visitó la Unión Soviética donde fue recibida con entusiasmo y recibió el Premio Lenin de la Paz. Además fue nombrada profesora honoraria en la Universidad de Moscú.

En 1980 y 1984, Davis fue candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos por el Partido Comunista.

Hoy día Angela Davis continúa su labor a favor de los colectivos discriminados y de los pobres del mundo, también en el movimiento pacifista en contra de la guerra de Iraq y Afganistán, además de la política imperialista de su país, y viaja por el mundo hablando a la gente de las atrocidades que comete día a día el Gobierno de los Estados Unidos y de los crímenes de la globalización.

También se ha implicado en la defensa de los presos políticos en las cárceles estadounidenses, como Mumia Abu-Jamal, a cuyo nombre recogió en 2005 el título de "Ciudadano de honor de París" a manos del alcalde de esta ciudad. No en vano, Angela Davis sabe muy bien lo que es ser preso político.

Ha recibido muchos homenajes y condecoraciones y es una figura respetada y admirada por las personas progresistas en todo el mundo. Recibió el Premio por los Derechos Humanos del 2004 otorgado por la Sociedad para la Protección de los Derechos Civiles y la Dignidad Humana, con sede en Berlín.

Ha publicado muchos libros entre los que se incluyen: If They Come in the Morning: Voices of Resistance (1971). Angela Davis: An Autobiography" (1974). Women, Race and Class (1981) y Women, Culture, and Politics (1989).

Más allá de sus actividades Angela Davis es una de esas personalidades cuyo mito ha trascendido a su propia persona. Angela Davis es un icono del siglo XX y lo sigue siendo en el actual, la mujer que en los 70 puso de moda el pelo al estilo afro y toda una estética y una actitud rebelde ante la vida. Una mujer a la que todas las mujeres negras querían parecerse, y cuya imagen inconfundible dio origen a una explotación de merchandasing que, como en el caso del Che Guevara o de Malcolm X, sin duda tiene como efecto una trivialización de su mensaje, pero que también tuvo como efecto positivo que las reivindicaciones por los derechos civiles llegaran con más fuerza a diferentes sectores sociales, dentro y fuera de Estados Unidos.



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Articulo

El 99%, una comunidad de resistencia

Angela Davis 24-11-2011

Cuando el 17 de septiembre irrumpió el movimiento “Ocupa… Wall Street”, sucede que estaba yo reflexionando sobre mis comentarios para el inminente Congreso de la Sociedad Internacional Herbert Marcuse. Para cuando se reunió el congreso, el 26 de octubre, en la Universidad de Pensilvania, el campamento del Parque Zuccotti ya se encontraba bien asentado y campamentos similares habían aparecido en centenares de comunidades de todo el país. El día de apertura del congreso sobre Marcuse había más de trescientas tiendas en la plaza del ayuntamiento de Filadelfia.

El tema sobre el que se organizaba el congreso – “Rechazos críticos” – estaba ideado en principio para alentarnos a reflexionar sobre los distintos modos en que las teorías filosóficas de Marcuse nos impulsan por la senda de una práctica política ubicada fuera del propio dominio de la filosofía, pero sin embargo tan anclada en la filosofía como en su voluntad de transformar la sociedad.

Así, mientras nos disponíamos ciertamente a ponderar los vínculos entre las ideas filosóficas de Marcuse y sus vínculos con los movimientos de los sesenta, nos sorprendió el feliz azar de la afinidad del tema con el naciente movimiento “Ocupa…”. Conforme iban llegando los ponentes a Filadelfia, expresábamos repetidamente nuestro entusiasmo por la confluencia de las ocupaciones de Wall Street y Filadelfia, que parecían aplicar de manera enérgica la pertinencia en el siglo XXI de la obra de Herbert Marcuse.

No sé si alguno de nosotros podía haber previsto que en el segundo día del Congreso, el plenario de los asistentes, más de mil personas, se sentiría tan fascinado por esta coyuntura histórica que casi todos nos unimos espontáneamente a una marcha nocturna que se encaminó por las calles de Filadelfia hacia las tiendas de campaña frente al ayuntamiento.

Allí reflexioné en voz alta –con ayuda del micrófono humano (1)– sobre las diferencias entre los movimientos sociales con los que nos hemos familiarizado en las últimas décadas y esta comunidad de resistencia de nueva planta.

En el pasado, la mayoría de los movimientos han apelado a comunidades concretas –trabajadores, estudiantes, comunidad negra, latinas/latinos, mujeres, colectivos LGTB [lesbianas, gays, transexuales, bisexuales], pueblos indígenas– o han cristalizado en torno a cuestiones específicas como la guerra, el medio ambiente, los alimentos, el agua, Palestina o el complejo penitenciario industrial. Con el fin de reunir a quienes estaban vinculados a estas comunidades y movimientos, hemos tenido que comprometernos en difíciles procesos de formación de coaliciones, negociando el reconocimiento por el que se afanan comunidades y reivindicaciones.

En una configuración asombrosamente diferente, este nuevo movimiento de “Ocupa...” se imagina a si mismo como la más amplia comunidad de resistencia: el 99% frente al 1%. Es un movimiento desarrollado desde el principio contra los sectores más opulentos de la sociedad: los grandes bancos e instituciones financieras, los ejecutivos de empresa, de salarios obscenamente desproporcionados respecto a las ganancias del 99%. Me parece que una cuestión como el complejo penitenciario industrial la recoge ya implícitamente esta congregación del 99%.

Desde luego, puede argumentarse convincentemente que el 99% debería actuar con el fin de mejorar las condiciones de quienes constituyen los escalones inferiores de esta comunidad potencial de resistencia, lo que significaría trabajar a favor de quienes más han sufrido a causa de la tiranía del 1%. Existe una relación directa entre el efecto depauperador del capitalismo global y las tasas en alza de encarcelamiento en EEUU. El excarcelamiento y la abolición final de la reclusión penal como forma primordial de castigo pueden ayudarnos a empezar a revitalizar nuestras comunidades y apoyar la educación, la atención sanitaria, la vivienda, la esperanza, la justicia, la creatividad y la libertad.

Los activistas de “Ocupa…” y sus defensores nos han reunido como 99%. Llaman a la mayoría a levantarse contra la minoría. Las viejas minorías, en efecto, son la nueva mayoría. Hay responsabilidades de importancia ligadas a esta decisión de forjar una comunidad de resistencia así de expansiva. Decimos no a Wall Street, a los grandes bancos, a los ejecutivos de las grandes empresas que ganan millones de dólares al año. Decimos no a la deudas contraídas para poder estudiar. Estamos aprendiendo a decir no al capitalismo y al complejo penitenciario industrial. Y aunque la policía de Portland, Oakland y Nueva York se ponga en acción para sacar a los activistas de sus campamentos, decimos no a los desahucios y la violencia policial.

 Los activistas de “Ocupa...” están reflexionando intensamente sobre cómo podríamos incorporar la oposición al racismo, la explotación de clases, la homofobia, la xenofobia, la discriminación de los discapacitados, la violencia contra el medio ambiente y la transfobia a la resistencia del 99%. Por supuesto, hemos de estar preparados para poner en tela de juicio la ocupación militar y la guerra. Y si nos identificamos con el 99%, habremos de aprender también a imaginar un nuevo mundo, en el que la paz no sea simplemente la ausencia de guerra sino, antes bien, una remodelación creativa de las relaciones sociales globales.

Así que la cuestión más apremiante a la que se enfrentan los activistas de “Ocupa...” es cómo labrar una unidad que respete y celebre la inmensas diferencias dentro del 99%. ¿Cómo podemos aprender el modo de aunar esfuerzos? Esto es algo que aquellos del 99% que viven en los emplazamientos de “Ocupa…” pueden enseñarnos a todos. ¿Cómo aunar esfuerzos en una unidad que no sea simplista y opresiva sino compleja y emancipatoria, reconociendo, en palabras de June Jordan que “somos nosotros aquellos a los que esperábamos"?

 (1) El “micrófono humano” es la técnica desarrollada en los campamentos norteamericanos de “Ocupa…” que consiste en la que la multitud repite las frases de quien está en el uso de la palabra para que lleguen así hasta el último oyente, ante la prohibición por parte de la policía de usar cualquier clase de megafonía.



Traducción de Lucas Antón

Fuente: Legado Afro

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