EL Congreso Nacional Africano (CNA), que celebra sus cien años esta semana, tomó el poder en 1994 después de varias décadas de lucha contra el régimen del apartheid, logrando hasta el presente evitar las actitudes autoritarias que caracterizaron a muchos partidos de “liberación” en África.
El Movimiento piensa celebrar su aniversario con gran pompa, en presencia de unos treinta jefes de Estado, en Bloemfontein (centro) –cuyo nombre africano es Mangaung–, en el mismo lugar donde fue fundado el Congreso Nacional Indígena sudafricano (SANNC) –rebautizado Africain National Congres (ANC) en 1923– el 8 de enero de 1912.
Más de 100.000 personas son esperadas en la muy provincial capital del Estado libre, donde se han anunciado tres días de festividades, de viernes a domingo.
En el programa figuran un torneo de golf, ceremonias tradicionales, conciertos, cena de gala, encendido de un llama centenaria, que debe darle la vuelta al país en una gira, y apoteósis el domingo con una gran fiesta en el estadio de la ciudad, durante la cual el presidente Jacob Zuma tomará la palabra. Los correos sudafricanos emitirán una estampilla con este motivo.
Aun cuando el CNA no hizo pública la lista de invitados, se indicó que había convidado a sus compañeros de lucha, los cuales van de representantes de antiguos movimientos anti-apartheid escandinavos y del Partido del Congreso indio a dignatarios de países que le ayudaron cuando estaba prohibido en Sudáfrica (entre 1960 y 1990).
Ya que el partido es fiel en sus amistades, así le toque llorar la desaparición del líder libio Muamar Gadafi y sostener al muy antidemocrático presidente zimbabuense Robert Mugabe o al rey de Swazilandia Mswati III, último monarca absoluto de Africa que prohíbe los partidos políticos.
Pero contrariamente a numerosos “movimientos de liberación” africanos que llegaron al poder antes que él, el CNA ha resistido hasta el presente a las tentaciones autoritarias.
Protegidos por una Constitución muy liberal, trece partidos diferentes poseen escaños en el Parlamento, el poder judicial es fuerte, los recursos ante los tribunales son numerosos y la prensa no se priva de criticar al gobierno.
Claroscuros del poder
Aun cuando el CNA no sea un partido único, su peso en la escena política sudafricana –actualmente dispone de 264 diputados sobre un total de 400 en el Parlamento– le deja ampliamente las manos libres.
Al poder le gustaría sin duda tenerlas más libres aún. El presidente Zuma ha repetido en varias oportunidades que la justicia no debe impedir que el gobierno trabaje, y también ha nombrado amigos en puestos directivos del aparato judicial.
Asimismo hizo votar una ley que amenaza enviar a la cárcel a periodistas que publiquen datos clasificados secretos. Queda por saber qué datos serán clasificados secretos, ya que la prensa se ha dedicado a denunciar los escándalos de corrupción que salpican regularmente al CNA y a sus ministros.
El peso del CNA hace igualmente que sus disensiones internas se conviertan en asuntos nacionales, ya que si el partido gobernante y sus aliados deben permanecer unidos en las celebraciones de Bloemfotein, el ANC está profundamente dividido.
Jacob Zuma se ve enfrentado a la sorda rebelión de cierto número de sus colaboradores, siendo abiertamente cuestionado por la Liga de Jóvenes del movimiento, liderada por el turbulento Julius Malema, cuya suspensión por indisciplina obtuvo finalmente (pero quien presentó un recurso de apelación).
Todo el mundo está ya pendiente de la próxima conferencia del CNA, que se llevará a cabo en diciembre, igualmente en Bloemfontein. Jacob Zuma cuenta con sucederse a sí mismo en la jefatura del partido, lo que le permitiría seguir siendo presidente del país en 2014.
Y si el CNA organizará manifestaciones todos los meses en 2012, cada vez en una provincia diferente, en homenaje a sus sucesivos presidentes, diciembre estará consagrado a un tal Jacob Zuma.
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