martes, 28 de agosto de 2012

Para la historia

Ruben Rada Foto:



Ruben Rada presenta nuevo espectáculo que destaca las huellas de los negros en el tango.

Desde ayer Ruben Rada está presentando (también hoy y mañana) su nuevo espectáculo Rada: tango, milonga y candombe en la sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Una buena excusa para conversar con este chiquilín de 69 años -que ahora juega a cantar tango- sobre temas como la partida de Osvaldo Fattoruso, su relación con Jaime Roos, el porqué de declinar la oferta de ser telonero de Paul McCartney y la polémica por el zorzal enjaulado en la publicidad de Vinos del Uruguay.

Saco oscuro con un pin con la imagen de Louis Armstrong tocando la trompeta, una camisa clara con el primer botón desabrochado y una corbata con la imponente imagen de El pensador, de Auguste Rodin. Todo esto se completa con unos llamativos championes que, lejos de desentonar, acompañan un estilo que le hace oídos sordos -o más bien, ojos ciegos- al anodino vestuario de los grises montevideanos que lo rodeamos. En un bar de 18 de Julio espera el Negro Ruben Rada.

-Antes de pasar a hablar de este espectáculo quería plantearte otros temas laterales…
-[Interrumpe y se agarra la cabeza] Siempre hay temas laterales... ¡Nunca se puede hablar de una cosa sola, eh!

-¡Ah, bueno! ¿Te molesta que te los pregunte?
-No, no, dale nomás.

-Contame cómo estás viviendo tu regreso a la televisión, conduciendo junto con Victoria Rodríguez el programa Décadas.
-Ése no es mi trabajo. Cada dos o tres años hago un programa de televisión, porque yo soy cantor, músico y necesito que la gente esté en la calle y vaya a verme. Si vos hacés mucho tiempo televisión la gente se acostumbra a verte allí y no va a ver tus espectáculos. “Si lo veo al Negro todos los días, ¿para qué voy a ir a verlo al teatro?”, ¿entendés? Esto ahora son 13 programas, se termina el ciclo y no me verás en televisión por un rato largo, porque eso además trae aparejado que hay un aviso de televisión del vino y estoy todo el día en la pantalla y por lo general soy de desaparecer. Me parece un trabajo lindísimo el que estoy haciendo con Victoria Rodríguez, tenemos casi todo servido, hay una producción buenísima, ¡igual para mí lo más difícil de todo es leer los avisos comerciales!

-Se te nota contento. ¿Te insume mucho tiempo, cabeza...?
-No, nada, llego los domingos a las 18.30 al canal, nos ponemos de acuerdo en quién pregunta tal cosa y quién tal otra; creo que lo estamos llevando bastante bien. Me emociono muchas veces. El otro día con Cacho de la Cruz se me caían las lágrimas. Con Ruiz, que era un cameraman muy amigo, de la época de El show del mediodía, también me emocioné mucho, hacen cosas lindísimas. La alegría más grande es mirar a un costado y ver que hay 12 o 13 músicos tocando, saber que están ganando un buen dinero y que están protegidos. Eso me alegra. Mostrarle a la televisión que la música sí paga, algo por lo que he peleado un montón de años. Cuando iba a los canales de televisión me decían: “No, la música no, porque no paga. Mejor hacer una telenovela, una cosa así”. Y esto está mostrando que trayendo buenos grupos y sonando bien en televisión las cosas salen.

-¿Cómo fue el reencuentro ante cámaras con Jaime Roos?
-El encuentro con Jaime Roos pasó ya como hace dos años. Nos juntamos en el hotel Columbia y nos dimos un abrazo y dijimos: “Yo no tengo nada contra vos, simplemente nunca nos juntamos a charlar y dejamos que la cosa se estirara”, ¿viste? Como el puente de Fray Bentos: nunca se juntaron ni Kirchner ni Tabaré y después se fue todo al bombo. Y después lo de la televisión fue… ¿viste lo que es la televisión, no?

-Claro, emoción para la cámara...
-Hacer todo ese show… que realmente ni yo ni él estábamos de acuerdo en eso, pero es lo que los tipos quieren. Para la televisión parece que siempre hurgar es importante. Nosotros sin televisión, sin nada, ya nos habíamos sentado a charlar.

-¿A qué se debía ese distanciamiento?
-Él sabrá por qué y yo también. Estos temas son como un partido de fútbol, se arreglan adentro del vestuario.

-Mencionaste la publicidad de Vinos del Uruguay, en la que sacaron las imágenes del zorzal enjaulado por un reclamo del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca al Instituto Nacional de Vitivinicultura.
-Como pertenecen a la fauna protegida y está prohibido desde 1935 en Uruguay cazar zorzales y mantenerlos encerrados solicitaron que los retiraran del comercial. Se ve que los que hicieron el aviso no estaban enterados o se hicieron los bobos y el ministerio saltó con todo. Y bueno, se sacó el zorzal, se puso el ruido del pajarito y chau. Estuvo divertida la publicidad. ¿Viste que citan: “Tengo un candombe para Gardel”? Gardel me dice: “Cuántos candombes me hubiese gustado cantar contigo, Negro”. Estuvimos desde las 17 hasta las 5 los días más fríos de invierno, Gardel estaba duro, pobrecito. Él es un tipo que trajeron de Argentina que es muy parecido a Gardel, un tipo divino, pasamos bárbaro. Me gustó la idea de hacer un aviso fino del vino, porque el vino es bueno para tomarlo en familia. Y tomarse un buen vino uruguayo -que hay algunos que son buenísimos- está bueno. Ésa fue la idea: tratar de que las publicidades de vinos no fueran tomar vino en cartón y esas cosas.

-Con los muchachos en la esquina…
-En realidad, está bien tomar vino en cartón. El que puede toma lo que puede, ¿verdad? Pero me refiero a presentarlo como el vino de la familia. Yo en mi canción “Muriendo de plena” digo: “Pero con vino tinto y pan”. Tomar vino por tomar vino no es bueno, ni whisky ni nada. Hay bebidas que son para tomar por tomar: como la grapa. La gente se junta y se va al boliche y se toma unas cuantas cervezas, pero el vino es para tomar comiendo.

-¿Vos siempre que tomaste lo hiciste con la panza llena?
-Siempre con comida, con un asadito, una cosa así.

-Se fue Osvaldo Fattoruso. Vos le dedicaste el tema “Amigo” en el disco Las manzanas, en 1969, ¿por qué?
-Hace muchos años, en la calle Canelones, Hugo tenía una novia que se llamaba Nieska, Neiska, o algo así, una chica francesa. Ensayaban Los Shakers y yo a veces tocaba un redoblante y un platillo. Éramos muy amigos, tocamos años juntos. Cuando se fueron a Argentina yo trabajaba con ellos con los Hot Blowers. Me querían llevar pero el productor dijo que como ellos imitaban a los Beatles yo no entraba en el paquete: no era blanco ni tenía cerquillo. Entonces quedé afuera y al poco tiempo Osvaldo me mandó a buscar. Gracias a él conocí a un montón de gente en Buenos Aires, estuve un año con Los Shakers y después me vine a Montevideo. Con Osvaldo nos divertíamos muchísimo.

-¿En lo artístico qué aprendiste de él?
-Osvaldo para mí es el mejor baterista del mundo. No he visto a nadie tocar tanto como él, porque hay bateristas que se especializan en tocar funky, rock and roll, reggae o lo que sea. Osvaldo era un tipo que tocaba todo, y bien: bossa nova, samba, jazz, ritmos 10x8, cualquier cosa. Un capo, Osvaldo era un dios, el mejor baterista con el que toqué en toda mi carrera. Dejó toda una enseñanza para los que pudieron tocar con él y escucharlo. Lo extraño mucho, hablar de Osvaldo me cuesta mucho.

-¿Se veían seguido?
-Mucho. Incluso a fin de año voy a sacar un disco que se llama Amoroso pop, de temas propios, que tengo grabado desde hace tres meses y que tiene tres o cuatro temas en los que toca Osvaldo. El disco pasa por todos los ritmos pop: latino, inglés, estadounidense, brasileño, uruguayo. Después voy a sacar un disco de candombe el año que viene; ya tengo 16 temas grabados. Va a tener 30, es un disco de candombes que le vengo prometiendo a Uruguay y que nunca terminé, porque yo en mis discos no grabo muchos candombes, uno o dos a lo sumo. A mí me consideran el rey del candombe y para mí reyes del candombe son Lágrima Ríos, Eduardo da Luz, Pedro Ferreira, todos los que realmente tocan candombe todo el tiempo.

-Si bien habías hecho alguna cosa, ¿por qué retomás el tango a esta altura de tu vida?
-De leer algunas cosas en internet. Siempre tuve la curiosidad, y estoy seguro de que hubo negros en el tango. De hecho, aparece en la historia que en la primera orquesta de tango que grabó en Argentina había dos negros. También hubo compositores negros en aquella época en los quilombos y los boliches de Rosario, Montevideo y Buenos Aires. Había letras graciosas como “Carasucia”, que decía: “Carasucia, te has venido con la cara sin lavar”, aunque la letra en realidad decía “concha sucia”. Había tangos picarescos, con títulos que decían, por ejemplo, “Lavá el siete que el ocho es fiesta”, o sea, se divertían muchísimo en esa época en los cabarets y esos lados. Pero después viene la Guerra del Paraguay y el amigo Juan Manuel de Rosas mandó un montón de negros y mestizos a la guerra. Y murieron muchos, fue una actitud bien racista la del tipo ese. Y bueno, algunos negros fueron para Corrientes, algunos vinieron para Uruguay, otros para Brasil y se perdió toda esa cosa. Fijate que el tango “El choclo” es un tema que tiene el ritmo de la habanera, por ejemplo. El tango es una música maravillosa, que también se ha nutrido de los grones, del candombe; y el candombe y la milonga son parecidos también. Trato de mostrar eso en este espectáculo y de sacarme el gusto de tocar tango. No soy un gran cantor de tangos, pero amo el tango y le pongo todo el corazón. Me encanta y lo voy a cantar como negro, chau. En algunas cosas me pareceré a Gardel, en otras a Edmundo Rivero, pero nadie cuando canta un tango puede salirse del que lo hizo famoso.

-Hace pocos años sacaste un disco, Fan, en el que versionaste libremente canciones de amigos tuyos. En este caso, ¿vas a respetar más al tango, a la base del género?
-Totalmente, son tres guitarras acústicas y un acordeón, porque antiguamente se tocaba con un acordeón. Lo va a tocar Gustavo Montemurro, Guzmán Mendaro va a estar en guitarra acústica y bajo, Nicolás Ibarburu en guitarra y bajo, y Poly Rodríguez en guitarra y bajo. Y, además, tres tambores: Fernando Lobo Núñez, Noe Núñez y Fernandito Núñez. Vamos a tocar candombe, tango y milonga. El repertorio va a recorrer temas como “Anclao en París”, “La casita de mi viejo”, “Milonga sentimental”, “Cuareim”, que es un candombe mío, “Aquello”, de Jaime Roos, que es un milongón. Elegí tangos que puedo cantar y los mezclo con candombes. Hay un repertorio divino, todas canciones que la gente conoce, no me metí a hacer tangos complicados. Voy a tratar de mostrar cómo yo fusiono las cosas.

-Para mucha gente el tango o el jazz son géneros superiores que merecen estar en un pedestal diferente.
-Totalmente, porque uno de joven se ve envuelto en el rock, en la cosa moderna, el pop. Pero después de que la mina te engañó, de que estuviste solo en un hospital y no fue nadie a verte, del que se va, del que se viene, del buen amigo, de la puñalada, del tipo sabandija que sale con 10.000 minas y el día que lo engañan a él quiere matar a otro… Ahí te vas a encontrar con las letras del tango. Esas letras te cuentan la historia de toda la vida, loco.

-Eso en cuanto a letras, ¿y en cuanto a música?
-En cuanto a música ni hablar. El tango pasa por la música clásica, por la música negra, como la habanera, por el candombe. El tango es una música superior y el jazz ni hablar. Para mí el creador del jazz es Johann Sebastian Bach.

-¿Por qué?
-Por la forma de tocar. Bach improvisaba, siempre. Charlie Parker, todos esos tipos pasaron por Bach. Creo que el jazz tiene la fuerza maravillosa de los negros pero pasa por la música clásica. Todo lo que toques en el mundo pasa por la música clásica. Y después los ritmos ya sabemos de dónde vienen, de África, o de los árabes que tocan ritmos rarísimos.

-¿Este homenaje al tango era una deuda pendiente?
-No, esto lo hago porque me encanta, para divertirme un rato y también para refrescar un poco la historia de lo que fue el negro para el tango, porque en la historia del tango no hablan de los grones. En el espectáculo voy a demostrar con hechos que tocando la habanera y el candombe tocás tango. Hay cosas que no vienen de los alemanes ni de los franceses, ahí estaba el grone, eso lo sacaron de los cabarets.

-¿Tenés pensado editar un disco después del espectáculo?
-No sé nada, hay que dejarlo que se cocine a fuego lento. No tengo ninguna intención de sacar el disco todavía porque, como te conté, tengo un montón de discos para sacar y tengo un lío bárbaro en la cabeza. Estoy con 69 años, el año que viene cumplo 70 y hay como un apuro de hacer todo lo que no hice, todos estos años me pasé boludeando y no hice nada. Entonces me di cuenta de que se puede hacer dos discos por año tranquilamente, y si no los hacés es por el sistema de las compañías. Porque cuando estás en una compañía te dicen que hay que sacar un disco cada año y medio, dejar que se venda y recién sacar otro. Y pienso que hay un medio año ahí que se pierde al pedo y como yo no grabo discos para vender, sino para divertirme, puedo sacar dos discos por año tranquilamente.

-¿Cómo pensás que te va a calzar la Zavala Muniz, con un escenario más chiquito? Estás acostumbrado a escenarios más grandes, ¿no?
-No es que esté acostumbrado sino que se da que toco en grandes escenarios. Para mí son mejores los shows pequeños, como Solo candombe, en Espacio Guambia, que fue maravilloso: estábamos todos ahí pegaditos, hablás con la gente. Mi sueño es terminar tocando en los boliches para 200 o 300 personas, ¿para qué más?

-Como Osvaldo en Ciudad Vieja...
-Claro, tocar para divertirse. Aparte suena muy bien la Zavala Muniz, es una cosa íntima. Estoy súper contento de hacerlo ahí.

-Con el tango estás dando un giro hacia un género menos explorado por vos. Recuerdo otro gran giro hacia el chachachá en el disco Quién va a cantar. ¿Recibiste críticas en ese entonces?
-No me podían criticar porque yo lo dije: “Voy a sacar un disco comercial”. Nadie me criticó, al contrario, los que me interesan -Osvaldo, Hugo, Urbano Moraes, Horacio Buscaglia mientras estaba vivo-, todos los que realmente saben de música me dijeron que era un disco tremendo.

-¿Ahora que girás para el tango creés que pueden caer críticas?
-No me interesa, ¿qué puedo esperar ya de la vida? Ya hice todo lo que tenía que hacer, ahora voy a hacer lo que se me dé la gana y me voy a divertir. Trataré de hacerlo con todo el amor del mundo y bien hecho.

-¿Por qué no fuiste telonero de Paul McCartney?
-Por los derechos de autor. En Argentina Las Pelotas y Los Piojos tocaron con los Rolling Stones y cada uno de ellos se compró una casa. Mi hija tocó en el Charrúa cuando vino Caetano Veloso y cobró como 40.000 pesos uruguayos por abrir. Imaginate con McCartney la plata que había por derechos de autor para el telonero. Yo dije: “Toco gratis, pero dame los derechos de autor”. Por respeto a todos los autores uruguayos, yo no puedo prescindir del derecho de autor. Si hago eso después viene todo el mundo a tocar y no le pagan al telonero, le pagan 1.000 pesitos por tocar antes de Sting o McCartney. ¿Y de qué le sirve?, no le sirve de nada porque el telonero que tocó [Martín Buscaglia] para lo único que le sirvió fue para que le dieron unos mangos, porque tocó a las 18.00 y Paul tocó a las 21.00. No lo vio nadie, ni lo escucharon. El telón se pone porque está el Fonam [Fondo Nacional de Música] y si vos ponés un telonero pagás 3% de derechos nomás; si no lo ponés tenés que pagar 5%. Imaginate cuánta guita se ahorra el productor. El Fonam es algo que es importante. Todo lo que saca el Fonam de los conciertos cuando vienen músicos extranjeros sé que se vuelca en los músicos uruguayos.

-¿Fuiste al espectáculo?
-No, no fui. Fue toda mi familia, pero yo no fui porque no quería bancarme el chusmerío de la gente. Entonces me quedé en mi casa. Yo ya lo había visto a Paul un par de veces, aparte lo sigo amando porque Paul McCartney no tiene absolutamente nada que ver con lo que pasó, ni siquiera se enteró.

Rodrigo Ribeiro La diaria

No hay comentarios:

Seguidores